TÍTULO ORIGINAL: Vicky Cristina Barcelona
DIRECTOR: Woody Allen
NACIONALIDAD: EEUU
AÑO: 2008
DURACIÓN: 96’
Promiscuidad ligereza Allen. La nueva Jules et Jim del director neoyorquino pone a Javier Bardem, Penélope Cruz, Scarlett Johansson y Rebecca Hall a hacer experimentos con sus relaciones en un idílico verano en el escenario de la ciudad condal.
Vicky y Cristina (Hall y Johansson) son dos estudiantes americanas que van a pasar los meses de julio y agosto a Barcelona. Vicky está prometida con su novio y se va a casar a la vuelta y Cristina es una romántica inmadura que busca nuevas experiencias, como explica la voz en off del narrador. Un recurso pobre y artificial que habla de asuntos trascendentales sin darles importancia, que es, al fin y al cabo, lo que transmite la película. Las vacaciones en Barcelona junto al pintor Juan Antonio Gonzalo (Bardem) marcarán a las dos aunque no les haga cambiar su manera de ver las cosas.
Las perversiones de Woody Allen invaden una dimensión superior a las de sus anteriores estudios sobre el amor, en una cinta que, aunque de propuestas viciosas, es realista en los resultados. Las relaciones fugaces, lésbicas, tríos, aventuras y amoríos son tratados con naturalidad y superficialidad, a modo de exploraciones rápidas e inconsistentes. Lo frívolo y arbitrario en lo amoroso se impone de manera peligrosa sobre la disposición natural del ser humano al amor fiel y duradero y al matrimonio, representado por el ingenuo novio de Vicky. Al menos las consecuencias son cabales en cuanto a la insatisfacción y ofuscamiento que dejan un comportamiento libertino y las uniones basadas en el sexo. Todo ello sin descuidar que se trata de una comedia salpicada de situaciones divertidas. También toma partido por la Europa en la que sitúa el relato, donde siempre ha sido acogido mejor el cine de Allen, pintando a los norteamericanos, como el novio de Vicky y sus amigos, como unos materialistas bobalicones, ajenos a los líos amorosos y la magia de Barcelona.
Penélope Cruz está sobresaliente haciendo de María Elena, la neurótica ex-mujer del pintor Juan Antonio, la mejor del filme. Un filme que debería verse en versión original porque hay momentos en los que Bardem y Cruz improvisan en español lo que le da mucho sabor, además de no estar doblados con sus propias voces y quedar un poco ridículo.
Encanta el ambiente idealizado de Barcelona y Oviedo, la música y el flujo de la trama a pesar del menguado argumento que no va más allá de lo que la reseña apuntaba.
Cruce de camas y caminos en una Barcelona bohemia, utópica y fascinante, vertebrada por una contaminada idea del amor, el sexo y el compromiso.
Vicky y Cristina (Hall y Johansson) son dos estudiantes americanas que van a pasar los meses de julio y agosto a Barcelona. Vicky está prometida con su novio y se va a casar a la vuelta y Cristina es una romántica inmadura que busca nuevas experiencias, como explica la voz en off del narrador. Un recurso pobre y artificial que habla de asuntos trascendentales sin darles importancia, que es, al fin y al cabo, lo que transmite la película. Las vacaciones en Barcelona junto al pintor Juan Antonio Gonzalo (Bardem) marcarán a las dos aunque no les haga cambiar su manera de ver las cosas.
Las perversiones de Woody Allen invaden una dimensión superior a las de sus anteriores estudios sobre el amor, en una cinta que, aunque de propuestas viciosas, es realista en los resultados. Las relaciones fugaces, lésbicas, tríos, aventuras y amoríos son tratados con naturalidad y superficialidad, a modo de exploraciones rápidas e inconsistentes. Lo frívolo y arbitrario en lo amoroso se impone de manera peligrosa sobre la disposición natural del ser humano al amor fiel y duradero y al matrimonio, representado por el ingenuo novio de Vicky. Al menos las consecuencias son cabales en cuanto a la insatisfacción y ofuscamiento que dejan un comportamiento libertino y las uniones basadas en el sexo. Todo ello sin descuidar que se trata de una comedia salpicada de situaciones divertidas. También toma partido por la Europa en la que sitúa el relato, donde siempre ha sido acogido mejor el cine de Allen, pintando a los norteamericanos, como el novio de Vicky y sus amigos, como unos materialistas bobalicones, ajenos a los líos amorosos y la magia de Barcelona.
Penélope Cruz está sobresaliente haciendo de María Elena, la neurótica ex-mujer del pintor Juan Antonio, la mejor del filme. Un filme que debería verse en versión original porque hay momentos en los que Bardem y Cruz improvisan en español lo que le da mucho sabor, además de no estar doblados con sus propias voces y quedar un poco ridículo.
Encanta el ambiente idealizado de Barcelona y Oviedo, la música y el flujo de la trama a pesar del menguado argumento que no va más allá de lo que la reseña apuntaba.
Cruce de camas y caminos en una Barcelona bohemia, utópica y fascinante, vertebrada por una contaminada idea del amor, el sexo y el compromiso.
NOTA:5’5
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