Slumdog Millionaire está destinada a hacer las delicias de generaciones, un tesoro que se irá pasando con emoción de padres a hijos y que será recordada con candor como la gran obra maestra que es. Un mérito reconocido por la Academia de Cine al recibir ocho Óscars entre los que se encuentran mejor película, director a Danny Boyle, guión adaptado para Simon Beaufoy, o el reconocimiento a su formidable música con premios a la mejor canción y banda sonora.
El protagonista de la cinta es Jamal Malik (Dev Patel), un muchacho de dieciocho años de los suburbios de Bombay que se presenta al concurso del “¿Quién quiere ser millonario?” indio, y cuando le queda una única pregunta para ganar, el programa se detiene hasta el día siguiente, siendo él es arrestado e interrogado por la policía al no concebir que un “perro de chabola” (la que vendría a ser la traducción literal de slumdog) conozca las respuestas. Este es el punto de partida a partir del cual nos vamos trasladando en forma de flashbacks a la vida de Jamal, y van respondiéndose las preguntas del concurso en las circunstancias de su difícil vida, en un relato de lo más verosímil a pesar de lo increíble de la proposición. El último tercio desemboca en el momento de resolver la última cuestión, conocida ya la motivación de Jamal que no es otra que la de encontrar a su amor Latika, seguidora del programa y por y para la que está él ahí.
Como primera aproximación al éxito arrollador de la película que ha conseguido conciliar a crítica y público en una sentida ovación, encontramos su sobrecogedora trama preñada de un crudo realismo que compagina con una historia muy romántica sin menoscabar el mensaje de denuncia de la miserable situación en la que vive la India. El desenlace idealista en la mejor tradición hollywoodiense, destila esperanza que aunque se podría tachar de ingenua, logra su propósito que es en definitiva el del cine: entretener y conmocionar.La crítica social y las pinceladas documentales tienen un papel subsidiario frente a la trama principal, que alcanza un clímax tensísimo cuando se avecina el final, con la conjunción de todas las variables en juego: la última pregunta, Latika, el futuro del hermano de Jamal a las órdenes de un mafioso y todo el país pendiente de la resolución de “¿Quién quiere ser millonario?”…
El estilo es sin duda el otro “millonario” de la producción, Boyle ha sabido darle el mejor sabor y colorido a esta fábula con resonancias de La princesa prometida en el empeño de su protagonista por encontrar a su “princesa”. El ritmo es rápido y deslumbrante, salpimentado con detalles tipo Bollywood como la coreografía final. Destaca poderosísimamente su perfecta narración: in medias res, es decir, comenzando por medio de la historia para ir refiriéndola de manera retrospectiva hasta que llega al punto de partida (el interrogatorio a Jamal) en el que, una vez puesto el espectador en antecedentes y metido en materia, los acontecimientos se precipitan con frenesí y muchísimo suspense a su final. Chapó para Simon Beaufoy, guionista que ha adaptadado la novela de Vikas Swarup ¿Quién quiere ser millonario? en la que se basa la película.
Una hazaña del cine moderno, un prodigio visual y narrativo que emborracha los sentidos con su embriaguez de espectáculo, drama y conmoción.
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